lunes, marzo 04, 2013

Cinco minutos para la historia


Trepidantes, emocionantes, sorprendentes. Hasta históricos pudieron ser los últimos cinco minutos del partido que puso la novena victoria en el casillero de MdL. Es verdad que también se puede decir que fueron aberrantes, espantosos y un atentado al baloncesto, pero todo esto no es incompatible con lo primero, que suena mucho mejor.

No me digáis que nosotros no hemos hecho algo parecido algunas veces

Porque, a ver, ¿cuántas veces se han cometido más violaciones, en el sentido baloncestístico, entiéndase, en menos tiempo? Jamás de los jamases un árbitro, árbitra en este caso, se vio en la necesidad de pitar pasos, camposatrases y otras desmanes varios con tanta frecuencia. Si uno caminaba por la zona como Pedro por su casa, ahí estaba el rival, pleno de caballerosidad, para, en la jugada siguiente, repetir el cámino antes de llegar a cruzar la línea divisoria.


Impresionante allá por el 1:40 cuando Shaq se va a estrellar con un banquillo

Esa línea, por cierto, también dio bastante juego y fue protagonista en un par de ocasiones de un bonito trenecito de ida y vuelta que lo mismo metía la pata para un lado que para el otro. Campo atrás, campo atrás. Campo atrás, campo atrás. Joder, qué mareo.

Pero todo esto son minucias. Lo bonito, lo verdaderamente bonito, vino casi al final. Seis segundos, MdL cinco puntos arriba. El listo/chupón saca de fondo bajo su canasta. Gran presión del equipo contrario, no hay alternativas. ¿Cómo que no? Quedaba una. Era difícil, era arriesgada, pero la gloria cuesta. Para llegar a ella hay que apostar.


El aro, con su red y todo, se interpone entre el pasador y Ángel, única opción viable. Con inigualable estilo, con notable elegancia, el pasador saca un pase de cuchara, de abajo a arriba. Las respiraciones se congelan, la pelota vuela… pero poco. La red la atrapa, a punto está de producirse una autocanasta (al revés). El balón cae en las manos del rival (del único bueno del rival) y deja el partido a tres a falta de cinco segundos. Pero el resultado es lo de menos. Lo importante fue el momento, la épica decisión de ese jugador que sabiendo que podía perderlo todo decidió desafiar a la lógica. Esa es la grandeza del deporte. Eso es espíritu olímpico. O municipal, para no faltar a la competición que nos hospeda.

En los cinco segundos todavía quedó tiempo para otra pérdida de balón y pudo llegar el rival el triple que nos hubiera llevado a otros cinco minutos de baloncesto pleno y radiante. Una pena porque el público estaba disfrutando como cuando te comes una buena pierna de cordero con las manos. Y sin servilletas ni nada.


Venga, no todo van a ser desgracias

Destripado ya el final, del resto no hay mucho que decir. Partido fácil, con dominio bastante holgado hasta que decidimos devolverle al público el dinero de su entrada en emoción y jugadas imposibles. Somos así: desprendidos, altruistas y un poco torpes.

Postpartido (the best is yet to come)


En declaraciones tomadas en remojo, es decir, directamente en la ducha, elJose aseguró sin complejos: “Llevo pensando en la cerveza desde el segundo cuarto”. No está mal. Las horas pasadas en el centro de reeducación están surtiendo efecto. Normalmente el chico entraba en el pabellón pensando ya en las cervezas del final. Que también es normal, teniendo en cuenta que, no importa cuándo, serían las mejores de su vida.

Hablando de cervezas, se produjeron movimientos bastante extraños. El chupón (pedazo de porcentajes ayer, por cierto) no iba a ir y al final se pagó una ronda para todos los que se quedaron. Bueno, para todos no, que Manuel, pleno de soberbia y altanería, se pagó lo suyo. Y el presidente/entrenador/tirador y Javi, gran triple, que se iban a quedar, flojearon al final y dejaron al equipo en cuadro a la hora de darle caña a los tercios. Las especulaciones sobre la Gata Negra no pudieron dejar de surgir. Que ya sabemos que la cabra, Javi en este caso, suele tirar al monte.

Hablando de dejar al equipo en cuadro. Cuando la hora de comienzo del partido es, por ejemplo, las 10:15, hay que intentar llegar a esa hora. Si se puede un poco antes, mejor. Que sí, que al final éramos un huevo, como es tradición esta temporada, pero a falta de un minuto había cinco macabeos en la pista, de los que dos, además, eran bajas seguras sólo unas horas antes. Por evitar angustias a Gustavo, que lo pasa fatal el hombre.

Fantasmas


Cuando Jorge volaba por los aires por enésima vez esta temporada tras un encontronazo con un rival y sus rodillas y mandíbulas estaban a punto de aterrizar en el duro parquet del Daoiz y Velarde, a muchos se nos congeló la sangre, se nos erizó el vello y notamos un frío aterrador. Algunos llegaron a oír el lamento de una voz femenina que exclamaba “Jorge, ¿otra vez lesionado?”. Al termino del encuentro se realizaron las pesquisas pertinentes y empleados de la instalación han confirmado que algunas tardes, cuando se cierran las puertas y el pabellón queda en silencio, se ve una figura de mujer menuda, acompañada por dos niños rubitos, que recorren las canchas en busca de los huesos fracturados de su marido. Esther, descansa, Jorge regresó entero a casa. Por poco, pero entero.

Más fantasmas



Otro silencio denso, espeso y opresor vino a oscurecer las mejores cervezas de nuestras vidas. “¿Quién es ese Petrovic?”. ¡Sacrilegio! El alevín Pablo destrozó los ánimos del resto de contertulios que estaban a punto de enfrascarse en una charla de abuelos cebolleta sobre viejas glorias de la canasta. Lo miramos asombrados, estupefactos. ¿Petrovic? No saber quién es Llull, vale, está bien incluso. ¿Pero Petrovic? No es excusa que el gran provocador dejara este mundo sólo un año después del nacimiento de Pablo porque, si no me fallan los cálculos (dudo un poco con Ángel), ninguno estábamos aquí cuando lo de Cristobal Colón y todos sabemos algo de sus andanzas.

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