Solamente el título sería una escueta pero justa crónica del partido del pasado domingo.
Mdl con sus dos jugadores más altos no fue capaz de ganar a un equipo que más que de baloncesto parecía de futbolín, pequeños, duros como la madera del portero del atleti y guarros como "el hueco", pero también eran ágiles, rápidos, estaban en forma y eran jóvenes. Nosotros perdimos muchos balones, a veces no pudimos resolver su presión en todo el campo, Incluso nos quitaron algún rebote y ¡fallamos 23 tiros libres de 29 tirados!!!
Empezamos ganando pero la exigua ventaja conseguida se esfumó y se convirtió en desventaja enseguida con contraataques y robos de balón. Apretando los dientes conseguimos que los puntos en contra no fueran más de diez al final de tercer cuarto. Soñamos con un final épico, con remontada en el último cuarto. A falta de un minuto perdíamos de dos. Tres tiros a canasta, dos faltas, cuatro tiros libres, incluso oí a un rival lamentándose "no podemos". La victoria se nos negó, tres tiros fallados, con las faltas no hubo dos más uno y, por supuesto, cuatro tiros libres fallados.
Indudablemente echamos de menos a nuestro "cañonero" que no pudo asistir, muy a su pesar, según declararía después del partido. ¿Hubieramos ganado con Juan? Una pregunta sin respuesta posible como tantas otras en la historia.
Juan, dibujo de Santi
Nos pitó un Jaime Alguersuari simpático, un poco ciego, que no tuvo reparos en pitar una técnica merecida al equipo contrario por pérdida de tiempo (esto me suena a fútbol) y a nosotros nos mandó callar bajo la amenaza de lo mismo.
El arbitro mirando a las musarañas
Nos fuimos a la ducha cabizbajos con la moral no muy alta, ni siquiera hubo bromas de "pásame el jabón" o "enjabóname" (que no es lo mismo).
Y más fantasmas
En un encontronazo con un rival, nuestro presidente se llevó las manos a la rodilla, temiéndome lo peor le pregunté si era la rodilla mala a lo que contestó: "Peor, es la buena, la mala ya me da igual, está hecha polvo".
También hay unas declaraciones de Ángel reclamando venganza por un par de costillas doloridas.
Tercer tiempo, quinto cuarto
Con Gus y Javi bebiendo Coca-Cola prometía más soso que nunca pero se alargó más de lo acostumbrado con llamada de esposa incluida "¿Dónde está ni marido, por qué no coge el teléfono?".
Manuel y el que escribe (elJose) nos tomamos la mejor cerveza de nuestra vida, y una hamburguesa de medio kilo y dos gin-tonics. Adivinanza: ¿Quién llamó a quién preguntando por quién?
Un abrazo a todos, espero que os haya gustado mi primera Hoja Macabea
Trepidantes, emocionantes, sorprendentes. Hasta históricos
pudieron ser los últimos cinco minutos del partido que puso la novena victoria
en el casillero de MdL. Es verdad que también se puede decir que fueron
aberrantes, espantosos y un atentado al baloncesto, pero todo esto no es
incompatible con lo primero, que suena mucho mejor.
No me digáis que nosotros no hemos hecho algo parecido algunas veces
Porque, a ver, ¿cuántas veces se han cometido más
violaciones, en el sentido baloncestístico, entiéndase, en menos tiempo? Jamás
de los jamases un árbitro, árbitra en este caso, se vio en la necesidad de
pitar pasos, camposatrases y otras desmanes varios con tanta frecuencia. Si uno
caminaba por la zona como Pedro por su casa, ahí estaba el rival, pleno de
caballerosidad, para, en la jugada siguiente, repetir el cámino antes de llegar
a cruzar la línea divisoria.
Impresionante allá por el 1:40 cuando Shaq se va a estrellar con un banquillo
Esa línea, por cierto, también dio bastante juego y fue
protagonista en un par de ocasiones de un bonito trenecito de ida y vuelta que
lo mismo metía la pata para un lado que para el otro. Campo atrás, campo atrás.
Campo atrás, campo atrás. Joder, qué mareo.
Pero todo esto son minucias. Lo bonito, lo verdaderamente
bonito, vino casi al final. Seis segundos, MdL cinco puntos arriba. El
listo/chupón saca de fondo bajo su canasta. Gran presión del equipo contrario,
no hay alternativas. ¿Cómo que no? Quedaba una. Era difícil, era arriesgada,
pero la gloria cuesta. Para llegar a ella hay que apostar.
El aro, con su red y todo, se interpone entre el pasador y
Ángel, única opción viable. Con inigualable estilo, con notable elegancia, el
pasador saca un pase de cuchara, de abajo a arriba. Las respiraciones se
congelan, la pelota vuela… pero poco. La red la atrapa, a punto está de
producirse una autocanasta (al revés). El balón cae en las manos del rival (del
único bueno del rival) y deja el partido a tres a falta de cinco segundos. Pero
el resultado es lo de menos. Lo importante fue el momento, la épica decisión de
ese jugador que sabiendo que podía perderlo todo decidió desafiar a la lógica.
Esa es la grandeza del deporte. Eso es espíritu olímpico. O municipal, para no
faltar a la competición que nos hospeda.
En los cinco segundos todavía quedó tiempo para otra pérdida
de balón y pudo llegar el rival el triple que nos hubiera llevado a
otros cinco minutos de baloncesto pleno y radiante. Una pena porque el público
estaba disfrutando como cuando te comes una buena pierna de cordero con las
manos. Y sin servilletas ni nada.
Venga, no todo van a ser desgracias
Destripado ya el final, del resto no hay mucho que decir.
Partido fácil, con dominio bastante holgado hasta que decidimos devolverle al
público el dinero de su entrada en emoción y jugadas imposibles. Somos así:
desprendidos, altruistas y un poco torpes.
Postpartido (the best is yet to come)
En declaraciones tomadas en remojo, es decir, directamente
en la ducha, elJose aseguró sin complejos: “Llevo pensando en la cerveza desde
el segundo cuarto”. No está mal. Las horas pasadas en el centro de reeducación
están surtiendo efecto. Normalmente el chico entraba en el pabellón pensando ya
en las cervezas del final. Que también es normal, teniendo en cuenta que, no
importa cuándo, serían las mejores de su vida.
Hablando de cervezas, se produjeron movimientos bastante
extraños. El chupón (pedazo de porcentajes ayer, por cierto) no iba a ir y al
final se pagó una ronda para todos los que se quedaron. Bueno, para todos no,
que Manuel, pleno de soberbia y altanería, se pagó lo suyo. Y el
presidente/entrenador/tirador y Javi, gran triple, que se iban a quedar,
flojearon al final y dejaron al equipo en cuadro a la hora de darle caña a los
tercios. Las especulaciones sobre la Gata Negra no pudieron dejar de surgir.
Que ya sabemos que la cabra, Javi en este caso, suele tirar al monte.
Hablando de dejar al equipo en cuadro. Cuando la hora de
comienzo del partido es, por ejemplo, las 10:15, hay que intentar llegar a esa
hora. Si se puede un poco antes, mejor. Que sí, que al final éramos un huevo,
como es tradición esta temporada, pero a falta de un minuto había cinco
macabeos en la pista, de los que dos, además, eran bajas seguras sólo unas
horas antes. Por evitar angustias a Gustavo, que lo pasa fatal el hombre.
Fantasmas
Cuando Jorge volaba por los aires por enésima vez esta
temporada tras un encontronazo con un rival y sus rodillas y mandíbulas estaban
a punto de aterrizar en el duro parquet del Daoiz y Velarde, a muchos se nos
congeló la sangre, se nos erizó el vello y notamos un frío aterrador. Algunos
llegaron a oír el lamento de una voz femenina que exclamaba “Jorge, ¿otra vez
lesionado?”. Al termino del encuentro se realizaron las pesquisas pertinentes y
empleados de la instalación han confirmado que algunas tardes, cuando se
cierran las puertas y el pabellón queda en silencio, se ve una figura de mujer
menuda, acompañada por dos niños rubitos, que recorren las canchas en busca de
los huesos fracturados de su marido. Esther, descansa, Jorge regresó entero a
casa. Por poco, pero entero.
Más fantasmas
Otro silencio denso, espeso y opresor vino a oscurecer las
mejores cervezas de nuestras vidas. “¿Quién es ese Petrovic?”. ¡Sacrilegio! El
alevín Pablo destrozó los ánimos del resto de contertulios que estaban a punto
de enfrascarse en una charla de abuelos cebolleta sobre viejas glorias de la
canasta. Lo miramos asombrados, estupefactos. ¿Petrovic? No saber quién es
Llull, vale, está bien incluso. ¿Pero Petrovic? No es excusa que el gran
provocador dejara este mundo sólo un año después del nacimiento de Pablo
porque, si no me fallan los cálculos (dudo un poco con Ángel), ninguno
estábamos aquí cuando lo de Cristobal Colón y todos sabemos algo de sus
andanzas.
Carlos III en un posado informal al terminar el partido
Un ciclón, un huracán, un tornado; una fuerza de la
naturaleza desatada. Un gigante, un centauro, un coloso; un ser mitológico en
busca de la gloria. En todas estas exageradas cursilerías y en muchas más se
convirtió Carlos III cada vez que invadía, con zancada dominante, la zona del
rival.
Si la hinchada empezaba a preguntarse mosqueada el porqué de
su fichaje, la respuesta estaba en este partido. No ha tardado tanto en llegar,
que una docena de encuentros, en la larga vida de los deportistas de MdL, apenas
es nada.
Un ciclón, decíamos, que barrió a su paso con los brazos de
los rivales, incapaces de sujetar el brío inagotable del nuevo purasangre. Qué
manera de rebotear, de brincar y de hundirla una vez tras otra en la canasta
contraria.
Así, sus compañeros, avisados al poco de empezar de la
singular exhibición que se avecinaba, confiaron en él para rematar a un equipo
que, a pesar de la avanzada edad de sus componentes, pecaba, casualmente, de
bisoño. Mire usté qué cosas.
Pero no fue esta la única irrupción inesperada de este
encuentro, no. Gloria daba ver al presidente, justificado esta vez su poco
elegante atuendo, finalizar los contraataques, feliz y veloz cual liebre que
corretea a sus anchas por el campo. Gustavo también tuvo sus oportunidades surcando la pista a
toda velocidad pero, modesto como es él, prefirió dejar que los focos
alumbraran a quienes estaban siendo injustamente puestos en la picota.
No sería razonable terminar este repaso al partido sin hacer
notar que el Ibaka de Ortigueira pudo ponerse las botas, gracias a que él
jugaba en el primer piso mientras los rivales trataban de colgarse de sus
brazos con tímidos botes desde el entresuelo. Sin duda, en caso similar al de
Gustavo, la humildad y bonhomía de nuestro hombre más septentrional le impidieron
hacer más sangre de este equipo que, visto desde su altura, no debía de
resultar mayor que una familia de pigmeos.
En todo esto puso un poco de orden el cerebro del equipo, Ángel,
que fue el único que mantuvo la calma y que puso la pausa en un partido de
excelsa calidad.
Nota al pie: A la voz de “no estoy pagando unas cañas, estoy
comprando mi hoja”, Carlos III aflojó la guita para satisfacción de los compañeros. Es triste reconocerlo, pero según está el periodismo
español, este redactor, necesitado de pan (que de circo ya va sobrado) se ha
bajado los pantalones escribiendo lo que ustedes han tenido la mala suerte de
leer. Lo sentimos de corazón y podemos asegurar que no volverá a pasar… ¡hasta
que alguien se pague otra ronda!
Postpartido
Pablo, ese vertiginoso felino demostró que su velocidad es
incomparable en casi todos los terrenos. El chaval ahora se nos va a Toronto, a
probar fortuna en los Raptors. Enloquecido de alegría, anunció con su habitual
presteza que se iba a pagar una ronda. Con la misma endiablada rapidez salió
zumbando del bar en cuanto Carlos III se hizo cargo (por las oscuras razones que
ya conocemos) de las cañas. Prometió mientras salía escopetado que el jueves,
al finalizar su último entreno, cumpliría su juramento. ElJose espera ansioso
la mejor cerveza de su vida.
El pabellón macabeo registró una de las mejores entradas de
la temporada, especialmente en lo que a jóvenes se refiere. La cantera
estuvo presente y dejó constancia de su incondicional amor por los colores y
sus ancestros. Como muestra esta magnífica pieza que no desentonaría en, por
ejemplo, “micos por el mundo” o cualquier cosa así.
Muy comentada fue la actuación del chupón oficial del
equipo, que al principio no quería tirar y cuando se animo a tirar no quería
meterlas. Dada la gran actuación del equipo de sus amores en la reciente Copa
del Rey las comparaciones fueron inevitables.
Oficio. Eso es lo que diferencia a los buenos equipos de los
grandes. Saber competir en las circunstancias más adversas, cuando tu pólvora
está mojada y el entrenador, erre que erre, sigue en chándal.
El partido empezó con un ritmo trepidante que se mantuvo durante
toda la primera mitad. Los ataques de dos equipos desatados se sucedían a
enorme velocidad. Otra cosa era el ritmo de anotación, que era bastante más
lento. Diez puntazos figuraban en el marcador de MdL al descanso. Sin duda, a
pesar de ese endiablado ir y venir, en el partido dominaban las defensas: los
rivales se quedaron en unos aún más tristesocho
tantos.
Ni por lo civil ni por lo criminal había manera de pasar la
pelotita por el aro. Los macabeos lo intentaron desde lejos (desde muy lejos
según el entrenador), desde cerca y en la media distancia; entrando por derecho
o con atléticos “feidogüéis”. Imposible. El aro, un estrecho, oiga, se empeñaba
en no trasladar al acta la enorme superioridad táctica de MdL.
Así, el partido en la segunda parte se convirtió en una lotería.
Un juego de nervios en el que dos puntos de ventaja parecían un abismo
imposible de salvar. Fue en ese momento cuando salió lo mejor de cada jugador
naranja para darle la vuelta al partido. Demostración de carácter, de fuerza mental
y de que por más veces que nos piten pasos nadie nos va a parar. Porque, sí,
otra vez cometimos algunos pasos.
Abrió la lata del triple, la que se nos resistía, Ángel. A partir
de ahí el partido fue un festival de luz y color. De anotación, decimos. Cómo
sería la orgía que el equipo vencedor llegó a la enorme suma de 33 puntos al
final del partido. Menos que un partido de balonmano un poco movido y un número
de enorme contenido simbólico para nuestra civilización. Perfecto, ¿para qué más?
MdL ahora mira a Europa. O a la Copa. O a lo que sea que se juegue
después si quedas en un buen puesto. La numerosa afición presente despidió a
los jugadores con una cerrada ovación, conscientes de que el club está viviendo
un momento histórico. En el fondo, sólo nos falta un Mourinho para empezar a
acaparar las portadas. Todo se andará; Carlos tiene potencial.
Postpartido
Definitivamente, se nos ha ido la olla. Eso piensan algunos de los
macabeos cando oyen hablar de ligas ganadas, estrellitas en la camiseta y
trajes para el entrenador. La
euforia no es que esté desbordada, es que riada a estas horas debe de estar
llegando ya al Pacífico. Al metro de Pacífico, se entiende, no al océano. ¿Una
estrellita en la camiseta si ganamos la liga? Jijijiji. Jajajajajaja.
Jojojojojo.
El concepto de “Rookie wall” alude al momento de la temporada en
el que el jugador novato pone los pies en el suelo y deja de flipar con la
nueva liga. Suele ir acompañado de un descenso en el rendimiento. Carlos III se
ha encontrado hoy con su particular “Rookie wall”. Medía como 1’85 y le sacaba
unos pocos kilos de peso. La embestida del nuestro rookie, llena de furia y
bravura, se topó con el muro y dio con sus huesos en el parquet. Silbando una
alegre tonadilla y mirando para otro lado Carlos se puso en pie como pudo, recompuso
su esqueleto y bajó, con disimulo, a defender.
La implicación de la plantilla es enorme esta temporada. Como
muestra, hay que destacar que Javi llegó directamente del pueblo para pisar el
parqué del Daoiz y Velarde. Con las típicas pajitas del campo y una buena
cagada de vaca en las zapatillas jugó un partido extraordinario. Se le echó en
cara, no obstante, que no hubiera traído del pueblo, al estilo del gran Paco
Martínez Soria (qué Oscar te perdiste, Hollywood), unas sabrosas viandas de su
tierra. El fin de fiesta habría sido apoteósico con unos buenos chorizos de
pueblo. Anotada queda en el debe de Javi esta racanería.
José, ese monolito inamovible que tenemos en la zona, sigue
celebrando las victorias (y también las ya lejanas derrotas) con las mejores
cervezas de su vida. Ese es el espíritu.
Hablando de espíritu, se insinúa que el sector demente del equipo
va a ser severamente sancionado. Esta feo terminar el partido y salir corriendo
para irse a ver al Estudiantes. Sobre todo porque alguno esprinta mucho más
camino del Palacio que de la zona propia cuando toca bajar a defender. Avisados
quedáis, dementes.