Los macabeos
consiguieron su séptima victoria de la temporada en un encuentro en el que se
libraron de la empanada sólo durante el último cuarto. La racha histórica de
victorias debería hacer que todo fueran días de vino y rosas en MdL pero la
realidad es bien distinta con una masa social fraccionada y en pie de guerra.
El vino, o los margaritas en su defecto, eso sí, no faltan.
El partido transcurría amodorrado y el cronómetro, perezoso,
dejaba caer los segundos al mismo ritmo que llegaban las canastas de MdL. Es
decir, muy lentamente. Entre bostezo y bostezo, el antaño ciclón naranja, en
adelante sopor naranja, iba colando algún triple que les mantenía en el partido
en espera de que sonara el despertador.
Mientras, unos niños comandados por un miniyordan al que
escoltaban un químico, un biólogo marino y un informático con gafas conseguían
algunas ventajas en el marcador gracias, sobre todo, a las prolongadas siestas
del sopor naranja. El ejemplo palmario fue el habitualmente muy combativo Gaby,
que recién reincorporado tras su lesión, se quedó dormido varios ataques dentro
de la zona contraria. Se sospecha que bajo el uniforme Macabeo portaba,
remangado, el pijama. Un testigo juró haber visto un osito de peluche en su
bolsa deportiva.
Algo así era lo que buscaban los chicos de MdL para los primeros cuartos del partido
En definitiva, una victoria más para MdL, que suma la
séptima. A falta de estadísticas oficiales y cuando queda aún mucha liga por
jugar, ya se ha superado el récord histórico de partidos ganados de este
humilde grupo de señores mayores que se juntan jueves y sábados para jugar al
baloncesto. Al finalizar el partido, cuando todo debía ser alegría y gozo, un
negro nubarrón vino a encapotar la celebración. En el fondo norte del pabellón
apareció una pancarta en la que se leía “por un equipo perdedor”. Sólo los más
avispados intuyeron el siniestro significado del enigmático texto.
Al fin, comparece el presidente
Carlos volvió a dirigir con maestría y modorra al equipo
aunque lo más destacable fue que disputó unos minutos sin hacer un solo tiro de
campo pero con unas zapatillas chulísimas que fueron la envidia de sus
compañeros. Con ellas, veloz como el rayo, logró pasar la línea del medio campo
siempre antes de los ocho segundos de rigor. Sí, sí, os reís, pero a ver cuántos presidentes son capaces de hacer quince metros en menos de ocho
segundos. Que no es tan fácil.
Agotado por el esfuerzo, entre jadeos aseguró estar muy
satisfecho por un resultado que confirma que MdL este año es un equipo de
Euroliga. No quiso hacer comentarios acerca de la posibilidad de instalar camas
en las zonas para que los chicos estén más cómodos en el campo. Se le
ensombreció definitivamente el rostro cuando fue preguntado por la misteriosa
pancarta, balbució una excusa y salió refunfuñando para los vestuarios.
“Por un equipo perdedor”
Tras muchas pesquisas los periodistas consiguieron trabar
contacto con los portadores de la célebre pancarta. Se trata de una facción
escindida de los Ultranaranjas y que clama por una vuelta a los orígenes del
equipo, cuando las victorias eran una rareza y la derrota el pan nuestro de
cada día que se mojaba después en las copiosas cenas. O comidas. Los portavoces,
que han preferido mantener el anonimato pues temen represalias, propugnan
volver a la dinámica habitual y deshacerse de los fichajes que, a cambio de sus
habilidades, esquilman las arcas del club y le han hecho perder su identidad.
Aseguran también que perciben “una actitud soberbia en los
jugadores y un desprecio al rival nunca visto”. Sin ir más lejos hoy,
afirmaban, “han dejado tirar constantemente a ese chico con gafas ¡porque no le
consideraban a su altura!”. Sin duda, concluyen, “esta actitud es el fin de MdL
tal y como lo conocemos. No nos extrañaría que hasta se terminaran las cenas”.
Desde los Ultranaranjas no hay una postura oficial sobre el
nacimiento de esta nueva facción y, en principio, prefieren tomárselo con
calma. Su único movimiento visible fue convocar al equipo a una reunión
nocturna en un conocido local de ambiente mexicano. La reunión fue un éxito
salvo que la convocatoria, influida por Gustavo, no fue para una cena sino para
una más familiar e infantil merienda cena.
La cena
La cena, fijada para las nueve porque el pívot Macabeo tenía
que trabajar, empezó casi a las diez porque muchos de los asistentes,
incluyendo el que citó a las nueve, volvieron a enredarse en las sábanas, igual
que en el partido disputado unas horas antes.
La estrella de la noche fue el tequila sabiamente diluido en
los margaritas. Gracias a él la mesa de los macabeos pudo disfrutar del
acompañamiento de unos mariachis que hicieron una particular buena amistad con
Gustavo. En breve se mostraran las pruebas.
3 comentarios:
Qu´eno pare la racha!
Publicar un comentario