lunes, noviembre 07, 2011

Día redondo para la tribu macabea: triunfo y cena


Gloriosa jornada de victoria y hermanamiento del equipo macabeo que se dio por la tarde un festín de canastas y por la noche otro de chuletones. Ese es, sin duda alguna, el camino del éxito.

Jugando a medio gas, sin forzar la máquina, que la temporada es muy larga, MdL se impuso a un equipo de mozalbetes imberbes que, además, deben de ser consumidores habituales de series, libros o películas de esto que está tan de moda de los vampiros. Tienen los chavales tan interiorizado lo de los chupasangres que se dejan su rojo elemento vital en la nevera de casa y sin sangre, aun con dieciocho años, no hay quien juegue. ¡Despertad, carajo! Y corred un poco de paso. Tiene cojones que los únicos contraataques los hiciera el equipo más veterano. Quizás ayudara también que nuestras camisetas, con el viento a favor, se despliegan y nos ayudan a contragolpear mejor.

Jugar con gafas o no jugar, esa es la cuestión. Si cada vez que te pasan la pelota te da en la nariz, se te caen las gafas al suelo, te tropiezas y terminas cayendo tú mismo, chico, tienes un problema. Puedes cambiar de gafas por unas con las que veas el balón venir o puedes practicar un deporte donde los objetos no te vengan a gran velocidad. Esto lo veíamos todos pero, claro, estos chicos tenían sus padres y tampoco vamos a meternos donde no nos llaman. Si en el partido de vuelta siguen igual es posible que reciban algún sutil consejo para evitar males mayores. Lo que tiene la edad es que nos hace responsables y no queremos que ocurran desgracias en el terreno de juego.

Dichas todas estas sandeces, lo cierto es que nos llevamos un partido feo, malo, aburrido y pitado por un señor a la altura de los dos equipos. Un tostón, vamos. Nos pones en lugar del Estudiantes y no se entera nadie del cambio.

Fernando faltó luego a la cena, pero es normal porque ya se había merendado unos pocos niños en el partido. En el lado opuesto quedó Gustavo, que debió de pasar verdadera hambre durante el encuentro. Gustavo, alma de cántaro, ¡tira a canasta!

La cena

No, no fue la última porque estas cosas alimentan la unión y la fuerza del equipo. Como siempre dice Javi, “Uno a uno no somos nadie pero todos juntos somos inmortales” (o algo así). Degustamos las viandas con abundantes risas y no menos vinos y cervezas. La única duda que quedó al final de esta agradable velada fue saber cuándo será la siguiente. Se admiten, por supuesto, propuestas aunque ya hay un sector, posiblemente unipersonal y chupón, que aboga por recuperar la entrañable fabada para la cena.

Rueda de prensa

No hubo. El presidente estaba en el cole y no llegó a tiempo. El resto se fueron a preparar la cena y Jorge, nuestro pulmón incasable, se fue a nadar. Con un par. Durante la ronda de cañas posterior no se dijo nada interesante, la verdad. Sólo se recalcó el momento del enfrentamiento delJose con un niño al que sacaba dos cabezas y doblaba en peso. José, coño, no abuses.

Es curioso esto de que los rivales lleven a sus padres a las gradas y nosotros a nuestros hijos. Ah, no, perdón, que el sábado jugamos más solos que la una. Ya veréis, ya, como en el próximo partido, al calorcito de la victoria, hay más público. Nos falta un Mourinho que le diga a nuestra acomodada afición tres o cuatro cosas.

Parte médico

El único lesionado de la jornada fue Mauro, el pequeño gallego hijo del gran gallego, que fue operado de vegetaciones. No sabemos si eso es algo interno que tienen los niños o que el chico le tiene alergia a la verdura. Si es por lo segundo, medio equipo debería pasar por la mesa de operaciones. ¡Ni una hoja de lechuga se consumió en toda la cena, oiga! Qué manera de zampar colesterol, señor. Mauro, por cierto, estupendo y, suponemos, comiendo vegetales de nuevo.

Datos

39-27, el resultado fue 39-27. No, no jugamos al balonmano. No, en nuestro equipo nadie lleva gafas.

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